Indudablemente que la vida y obra del barahonero JOTTIN CURY acumulada por décadas, fue un verdadero torbellino de emociones. Polemista desde siempre, no creía en las cosas absolutas. Discutidor consciente, algunas veces obstinado, pero siempre
en la búsqueda de la verdad y la razón.
Se hace un hombrecito en su pueblo natal y descubre prontamente que se está criando en un verdadero campo de concentración. La tiranía trujillista controla férreamente todos los hilos del tejido socio-económico dominicano. Por doquier afloran mecanismos de dominación, que asfixiaban una parte de la juventud del país en general y de Barahona en particular. Los libros proscritos por el régimen circulaban clandestinamente de mano en mano de jóvenes inquietos, deseosos de romper el cerco al conocimiento que desde hacía años montaba el sátrapa.
Varios integrantes de un núcleo de barahoneros son descubiertos, perseguidos y apresados. Dentro de ellos está el joven JOTTIN CURY. Al igual que otros bachilleres de la época, debe superar obstáculos para poder ingresar. Desde la incorporación “automática” al PARTIDO DOMINICANO, hasta una serie de papeles de recomendación por autoridades civiles, cartas de los directivos del partido único y certificaciones de autoridades judiciales y militares, se requerían para poder ingresar a la Universidad.
Ya dentro del centro académico, el seguimiento es más focalizado. Se elaboran “listas negras” que se actualizaban mensualmente y hasta semanalmente, según fuera el caso. Una red de calieses, informantes y gente inmoral y de baja ley, pululaban por todo el recinto y hasta dentro de las aulas, buscando informaciones (o inventándolas) contra reconocidos opositores al stauts quo. Las máximas autoridades de la academia, especialmente a partir de 1947, se cebaban presionado y hostigando jóvenes de apenas 21 años. Muchas veces el propio Rector de esos años interrogaba jóvenes estudiantes y enviaba reportes a los organismos de seguridad, vía las Secretarías de Estado de la Presidencia y de Interior y Policía. Ese funcionario recibía reportes de calieses de forma permanente.
La máximas autoridades universitarias de esos años, auxiliados por una batería de calieses, rebatían burlonamente las correspondencias que abogaban a favor de los cancelados. Realizaban anotaciones grotescas y en muchos casos solicitaban nuevamente certificaciones a las autoridades civiles, los ayuntamientos, los testaferros del Partido Dominicano, a funcionarios judiciales y las autoridades militares. En la mayoría de los casos las hienas informantes destacaban la falsa militancia y vacía convicción trujillista de los señalados como desafectos al régimen.
La persecución se cebaba también con los empleados considerados como “trujillistas flojos”, es decir, aquellos servidores universitarios que mostraban poco entusiasmo y eran parcos en alabanzas al César. Por tal motivo fueron interrogados y cancelados varios empleados en Diciembre de 1945, entre ellos José Rafael Molina Ureña, quien también era estudiante de Derecho. En Julio de 1945 Trujillo dirigió una comunicación a la rectoría de la universidad recabando información sobre la conducta política de los empleados.
Se elaboraron unos formularios los cuales fueron analizadas por una Comisión encabezada por el Sr Rodolfo Bonetti Burgos-Secretario General de la Universidad-interrogándose a los considerados enemigos del régimen o con familiares contrarios al tirano. El centro académico era una verdadera jaula, que a pesar de las apariencias de mansedumbre, bullía de un sentimiento opositor, lo cual concitaba la atención del sátrapa.
Sabiendo el tirano que en la universidad se concentraba una parte relevante de la intelectualidad, las bellas artes y la ciencia, simulaba su aprecio y admiración a la academia, exigiendo a cambio el más absoluto servilismo y obediencia. Por tanto, fue creada la guardia universitaria, como una verdadera entidad para-militar, donde muchos estudiantes de ambos sexos, fueron incorporados de manera compulsiva.
El encuadramiento colectivo y la militarización de toda forma de organización interna, convirtió a muchos estudiantes en “subalternos” de personeros del régimen, a la vez que se realizaba una “selección natural” de la oficialidad, que implicaba razones de clase y fidelidad al sátrapa. Muchos de los oficiales eran activos delatores. A finales del trujillato, fueron muy activos sus principales dirigentes, chivateando sus compañeros de aula.
El tirano amante de adulación y lisonjas se impuso títulos y honores académicos. Colocó estatuas suyas en varios lugares del recinto y formó un selecto grupo de informantes contra profesores, estudiantes y empleados.
El conjunto de filtros que debían superar los aspirantes a ingresar a la universidad eran el Partido Dominicano, Los gobernadores provinciales, muchas veces los síndicos y los servicios de seguridad del Estado ( a finales de la dictadura, era el SIM, quien expedía los certificados de No Objeción). Al tinglado de controles se sumaban la Presidencia de la República, los procuradores fiscales, Jueces e Interior y Policía. Una red de calieses dentro de la universidad, se ocupaba de vigilar no sólo a los estudiantes, sino también a ciertos visitantes al recinto, muchos de los cuales fueron perseguidos y hostilizados.
El Expediente utilizado para suspender a JOTTIN CURY en 1948 era al parecer “muy pesado”, razón por la cual familiares y amigos y funcionarios de Barahona, debieron elaborar comunicaciones muy explícitas sobre su “adhesión” a los postulados del tirano. Unas autoridades universitarias poco convencidas de la supuesta fidelidad, formularon comentarios adversos, pero al final permitieron su reinscripción.
Su posterior trayectoria profesional es por todos conocida. Con la decapitación de la tiranía se involucra en la destrujillización, asumiendo la jefatura del área de comunicación del Consejo de Estado en 1962. Este campo no era nuevo para él, puesto que a mediados de los años cuarenta escribía con regularidad sobre diferentes tópicos en el periódico barahonero La Crónica. Sus agudos comentarios eran objeto de atención de las autoridades locales.
La guerra de Abril de 1965, le da oportunidad de aportar a la patria sus mejores esfuerzos, asumiendo el puesto de Canciller de la República en armas. Las amplias discusiones y polémicas con los interventores norteamericanos, las delegaciones de la OEA y la ONU, sirven para demostrar sus firmes convicciones patrióticas, el amor a su país y su gran capacidad de polemista y defensor de los mejores intereses del pueblo dominicano. Luego pasa por la Cámara de Diputados.
Ya como Rector de la Universidad de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, le corresponde el 4 de Abril de 1972, enfrentar una de las embestidas más sangrientas contra esta institución académica. Su firme postura durante la farsa montada previa al asalto, le valió que los oficiales policiales actuantes lo subieran violentamente en la parte trasera de un camión. Como resultado del asalto a tiros contra la familia universitaria, resultó muerta días después la estudiante de Economía y barahonera, Sagrario Ercira Díaz.
Luego este brillante intelectual y académico desempeñó algunas funciones públicas y más adelante se concentró en su oficina de abogados y su pasión de polemista. Deja decenas de artículos, ensayos, libros, reportes y conferencias, que son lectura obligada para los profesionales del Derecho.
El Sábado 11 de Junio de Junio en curso, en la ciudad de Barahona durante una actividad de solidaridad con los pueblos de nuestro continente, se presentó y aprobó una moción-homenaje en memoria de Jottin Cury, la cual consistió-todos de pié-en un minuto de aplausos.